La herrería de tradición, cuatro generaciones de Palau

2022-02-20

"Con el hierro puedes llegar a hacer lo que quieras; no tiene límite".

Hemos terminado la entrevista, entrevista que hemos hecho sentados en el exterior de la nave, con el sol de enero que nos hace compañía. "¿Quieres que te lenseñe el taller?", me pide. Obviamente, está claro que lo quiero. Habla con mucha pasión de su trabajo. Nos hemos estado más tiempo dentro del taller que fuera. Pasamos por todas las máquinas y herramientas y me explica con detalle —en algunos casos me lo enseña directamente— las posibilidades de su profesión. La sierra, el torno, la máquina de atornillar, la plegadora, el martinete, el yunque, la máquina de agujerear o la de cortar, el soplete, mazos y martillos entre otros… Y en las paredes cuelgan hierros, argollas, clavos , cadenas, bisagras, barandillas y quién sabe que más. "Hacemos de todo. Con el hierro puedes llegar a hacer lo que quieras; no tiene límite", dice, gozoso, como conclusión.

Hemos hablado con el herrero Joan Palau Ribot. Tiene 57 años (nacido en 1964, hijo de Llívia). Hace 20 años que montó la herrería, cuando decidió dejar el campo para recuperar el trabajo que ya había hecho su abuelo y el bisabuelo, entonces, ellos, en medio del pueblo de Llívia: el herrero de Age (el bisabuelo llegó a Llívia durante la Guerra Carlina, con la retirada). "Un herrero de los de antes, como diríamos: herraba los bueyes, por ejemplo. Hacía ir, todavía, el fuelle! Mi padre ya no se ganó tan bien la vida y él se dedicó más al campesinado. Yo voy estudió formación profesional agraria e hice de payés hasta los 32. Con la entrada en el Mercado Común, aprovechamos el abono de las cuotas lecheras y fui a trabajar a una empresa de Puigcerdà, pero, animado por la familia, sabiendo que a mí siempre me había gustado la soldadura y la manipulación del hierro, nos decidimos e iniciamos la herrería. ¡Y aquí estamos!", explica Palau. En el taller guarda y utiliza, todavía, alguna herramienta del abuelo, como un yunque, por ejemplo.

Palau afirma que fue una suerte empezar la aventura empresarial en una época muy buena, a primeros de los años 2000. "Necesitas mucho dinero y mucha inversión con la maquinaria que se precisa: máquina de cortar, soldadores, cizallas, plegadora, dobladora y una serie de máquinas que cuestan dinero. Sin embargo, empezamos a trabajar y ha salido bien", dice.

De sus inicios, hace unos 20 años, en la actualidad, la demanda ha cambiado por completo. Antes, trabajaba mucho para grandes obras. Ahora, la totalidad de los trabajos son reparaciones puntuales, mantenimiento o renovaciones de pisos. "Llívia es un pueblo donde hay poca obra grande y, las que se hacen, son con promotores de fuera que llevan el albañil de fuera y los industriales de fuera. En Llívia hemos perdido el constructor autóctono. Antes quizás había un centenar de personas dedicadas a la construcción. Esta circunstancia ya no se da", detalla.

"Con una gran obra tienes trabajo para tres años, por ejemplo. Esto se ha perdido. Ahora tengo muchos encargos, pero todos pequeños… una barandilla, una escalera, una puerta…", especifica.

En la herrería hace de todo: rejas de ventana para un estudio, cerradores para biombos, arañazos para biombos, una puerta para un balcón, pérgolas, espigas, chimeneas, barbacoas exteriores…

Como en muchas otras profesiones, nada como el boca-oreja. Y nada como fidelizar a los clientes. "Saben cómo trabajamos y si el trabajo está bien hecho, lo está. Te los has ganado. Aunque cuesta mucho consolidar una cartera de clientes y fidelizarla", afirma.

Clientes de Llívia, de la Cerdanya y de otros lugares. "Hicemos, hace un tiempo, una mesa que fue a parar a Argelers. Una mesa muy especial, de madera de roble, con unas patas hechas expresamente", dice. Reconoce que nada como estos trabajos más artesanales, en los que el cliente te da la idea y tú tienes que elaborarla. "Hicimos una mesa, también, aquí, que fue a Èguet. La dibujó un reconocido diseñador francés y nos hicieron el encargo… muy guapa. Disfrutas muchísimo".

Palau define su profesión como un trabajo muy vocacional. "Te llega una barra entera de 6 metros y tú la manipulas y sale lo que quieras. Esto es lo que más me gusta del hierro es que puedes llegar a hacer lo que te imagines", concluye.

Puede consultar los trabajos que hacen en su página web en Serralleria Palau Acosta, que la han diseñado recientemente sus hijas. "Ellas lo hicieron todo. De hecho, ellas, siempre que pueden, me ayudan mucho. Ellas, y la mujer, que siempre ha estado a mi lado", dice. Si desea contactar, este es su correo: palauacosta@gmail.com

Redacción: J.P.V.

(Fotografía: Ajuntament de Llívia).

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