Los desacuerdos entre los países vecinos venían de lejos. En 1621 en España reinaba Felipe IV con sólo 16 años. En Francia reinaba Luis XIII, con 20 años. El monarca español estaba casado con la hermana del francés, y el monarca francés vez estaba casado con la hermana del español. Cosas de aquel tiempo y cosas de reyes. Sin embargo, las relaciones de ambos países con otros de Europa, las tensiones entre unos y otros, llevaron finalmente a una guerra abierta entre España y Francia en el año 1635. La Guerra dicha de los Treinta Años acabó con el tratado de los Pirineos firmado en 1659. El tratado fue el resultado de negociaciones discretas durante dos años que terminaron con la firma en la isla de los Faisanes, en medio del río Bidasoa, entre los meses de agosto y noviembre de 1659.
Los dos países necesitaban acabar con la guerra por la sangría económica que suponía. También aprovechaban la ocasión para mejorar situaciones personales y para conseguir resolver viejas reivindicaciones. Así, el rey español "el Catolicísimo", consiguió casar a su hija con su primo, el rey francés Luis XIV el Cristianísimo. Y el rey francés logró integrar en su territorio la Cataluña norte, con las comarcas del Rosellón, Conflent, Vallespir, Capcir y parte de la Cerdanya. Para tener una idea de lo que suponía esta anexión hay que saber que Perpiñán era la segunda ciudad en importancia en Cataluña.
Por tanto, la segregación de las comarcas de Cataluña supuso un golpe fuerte, tanto desde el punto de vista económico como histórico, ya que estas comarcas son la cuna de Cataluña.
Visto desde la lejanía, con el paso de siglos, dejando los sentimientos históricos, era de esperar que Francia un día quisiera basar su frontera en la cresta pirenaica. Y evidentemente la cresta no llega a Salsas, llega a Portbou.
El tratado habla de líneas generales. El artículo importante es el 42. En él se dice que "... convienen que los montes Pirineos, que habían dividido antiguamente la Galia de España, serán en adelante la división de los dos reinos. Acuerda que el Rey Muy Cristiano, tendrá en posesión y disfrutará efectivamente de todo el condado y veguería de Rosselló, del condado y veguería de Conflent, país, villas, plazas y castillos, burgos, y lugares que componen dichos condados y veguerías de Rosellón y Conflent. Y serán del Rey Muy Católico el condado y la veguería de la Cerdanya y todo el Principado de Cataluña ... "
Como la geografía no era una ciencia dominante en aquellos años, los artículos 109 y 110 del tratado deja a unos comisarios el trabajo de formalizar en detalle la raya fronteriza. Fue en Ceret durante la primavera de 1660 donde los comisarios se encontraron para discutir en detalle la raya de la frontera. Los franceses iban habiendo tragado el Conflent, Capcir y el Rosellón. Carecía la Cerdanya y el Vallespir. Se eligió Ceret sobre Prada y Figueras, aunque otras conferencias se hicieron en esta última villa. Los comisarios franceses fueron Peire Marca, arzobispo de Toulouse y Giacinto Serroni, obispo de Orange. Los españoles fueron Miguel Calbà, de Vallgornera y José Romeu Ferre, magistrado de Cataluña. La conferencia se debía hacer satisfaciendo la frontera según las montañas limítrofes y divisorias de los dos territorios "... aquellas que separan en la ancianidad (en la versión francesa) o comúnmente (en la versión española) la Galia de España ". El trabajo era difícil, con interpretaciones semánticas delicadas.
La conferencia de Ceret comenzó el 22 de marzo de 1660. El primer día sirvió para establecer los límites semánticos de la ancianidad. Al día siguiente se discutió si la división debía comenzar el cabo de Creus o en Cervera. Se preguntaron si el monasterio de San Pedro de Roda debía formar parte de Francia. Los españoles defendían el condado de Conflent esgrimiendo que siempre había formado parte de la Cerdanya. El 24 de marzo volvieron a discutir sobre la ancianidad y el comúnmente, traduciéndolo al latín por antiquitus y semper. El 25 leyeron e interpretar textos de autores antiguos. Los franceses pidieron el valle de Urgell entendiendo que era vertiente septentrional debido a que las aguas nacían en sus dominios. El 28 de marzo fue Pascua. El lunes los negociadores españoles continuaron hablando de nuevo del Conflent, un contragolpe del argumento sobre el contado de Urgell. Las discusiones se terminaron el 13 de abril, haciendo un resumen de lo que cada parte había presentado. Finalmente, los españoles aceptaron la línea divisoria entre Banyuls y Cervera.
Por entonces el rey Luis XIV Había ido a Perpiñán a visitar la nueva conquista. En junio el rey se casó con la infanta española María Teresa en San Juan de Luz.
El 12 de noviembre de 1660 se firmó el tratado de Llívia por lo que los negociadores llegan a un acuerdo sobre la raya fronteriza. En él se dice que después de haber examinado en detalle la Cerdanya, se entregarán a su majestad Muy Cristiana los pueblos siguientes: Querol, Enveig, Ur, Dorres, Vilanova de Escaldes, Odello, Bolquera, Sallagosa, la perxa, Llo, Eina, San Pedro de los Forcats, Sainte-Léocadie, Er, Planés, Caldegas y Oceja. En cuanto a Llívia, los comisarios determinan que pertenece a los dominios del rey Muy Católico, con la condición de que nunca se podrá fortificar.
Así como he dicho que era una evidencia de que la frontera tarde o temprano tenía que seguir la cresta Pirenaica, es evidente que el gol de Francia se produjo en la misma firma en la isla de los Faisanes. Los negociadores de Ceret poco podían hacer si el tratado ya decía que el Conflent, el Rosellón y parte de la Cerdaña serían francesas.
Desde el punto de vista geográfico parece que no hubo suficiente conocimiento en los negociadores españoles. Hay dos puntos entre los que la frontera es discutible. Entre el Puigpedrós, justo después de Andorra, y el Roc de Frausa, situado entre los Baños de Arles y Maçanet de Cabrenys, la frontera no responde al criterio de la cresta Pirenaica. Ahora la frontera pasa por detrás Puigcerdà para ir a trepar la arista que sube al Puigmal y de ahí al pico de Eina. Pero había una solución mejor en el trazado de la frontera entre el Puigpedrós y el pico de Eina que consistía en ir hacia el pico Carlit, pico Peric, los Ángulos, Montlluís, San Pedro de los Forcats y pico de Eina. Este trazado era mucho más coherente que lo que ha sido definitivo, dejando la Cerdanya intacta y sin partir.
Si los negociadores querían respetar la cresta Pirenaica principal debían hacer pasar la división por el Canigó, última montaña de más de 2.000 metros antes del mar. La mejor frontera debería guardar el trazado del Canigó hasta el Roc de Frausa y atar el límite desde Pico de eina (de donde deberíamos venido para Montlluís) pasando por Nou Fonts, Nou Creus, Marcos, Pico de la Mujer, Roca Colón, Grietas de Rojà, Plan Guillem, Pico Rojà y Tretzevents, junto al Canigó, para bajar hacia el Vallespir e ir al Roc de Frausa. Cortar el Vallespir norte no es tan radical como cortar el Conflent debido a que el Vallespir está comunicado con el Alt Empordà por Maçanet de Cabrenys.
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